Chop-suey de Edward Hopper
Chop Suey. 1929
En un primer plano están sentadas dos mujeres en torno a una mesa blanca. No se miran. No hablan. Una nos muestra la cara. Es un rostro sin detalle, del que destacan, sobre la piel iluminada en blanco, labios rojos y ojos negros, de mirada perdida. Su compañera nos da la espalda, pero sabemos que también está sumida en sus pensamientos. Un amplio ventanal ilumina la escena con una luz clara y diagonal.
A la izquierda, prácticamente fuera del encuadre, otra mujer con vivo sombrero rojo observa al hombre sentado. Él, con su traje oscuro y sin relieve, no la mira, concentrado en sus manos. La oscuridad masculina rodeada de la luz femenina.
¿Qué tienen las mujeres de Hopper que tanto cautivan? ¿A donde van? ¿Qué piensan? Su introspección, la luz en su piel, la sugerencia de sus rostros y gesto son la antítesis de la frivolidad de tantos iconos femeninos contemporáneos.